Fragmentos

La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir la vergüenza del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca.
(Enrique Heine)

El pasado es un inmenso pedregal que a muchos les gustaría recorrer como si de una autopista se tratara, mientras otros, pacientemente, van de piedra en piedra, y las levantan, porque necesitan saber qué hay debajo de ellas.
(José Saramago. El viaje del elefante.)

Tengo 47 años, ¿y sabes cómo me he matenido vivo tanto tiempo, todos estos años? Miedo... el espectáculo de actos terribles. Si alguien me roba, le corto las manos; si me insulta, le corto la lengua; si se rebela contra mí, clavo su cabeza en una estaca, y la pongo bien alta, para que puedan verla todos. Eso es lo que mantiene vivo el orden de las cosas: el miedo.
(Gans of New York)


"He visto un caracol, se deslizaba por el filo de una navaja, ese es mi sueño, más bien mi pesadilla, arrastrarme, deslizarme por todo el filo de una navaja de afeitar, y sobrevivir."
(Apocalypse Now)



Malos entendidos.

“Las cosas no son como se dicen, sino como se entienden…”


Recepcionista: Hola, buenos días.
Señor: Buenos días.
Recepcionista: ¿Qué desea?
Señor: Usted dirá…
Recepcionista: (desconcertada) ¿Busca alojamiento para usted? ¿Para otra persona?
Señor: No, no, yo no busco nada, es usted la que quiere algo de mí.
Recepcionista: ¿Disculpe?
Señor: En la cristalera hay un cartel bien visible que dice: “Pase por la puerta de la derecha, gracias.” Y eso he hecho. Ahora estoy esperando a que me diga qué es lo que quiere.
Recepcionista: No…perdone caballero pero ese cartel va dirigido a todas aquellas personas que demanden nuestros servicios, no a todo viandante que lo lea.
Señor: Vamos a ver…Las palabras son claras. Si fuera como usted dice pondría: “Todos aquellos que deseen alojarse en nuestras instalaciones, por favor diríjanse por la puerta de la derecha”, entonces yo, al no darme por aludido, seguiría caminando tranquilamente. Pero no es este el caso.
Recepcionista: Hay cosas que son obvias. No es necesario redundar ni emplear una gran cantidad de palabras cuando se puede emitir el mismo mensaje empleando la mitad. O me va a decir usted que cuando va por la calle hace caso omiso de todos los carteles que lee.
Señor: Por supuesto, si veo “Tire”, yo tiro. Si pone “Empuje”, yo empujo. Sin ir más lejos…anoche mantuve una acalorada discusión en el restaurante que hace esquina; en la puerta se lee: “Al entrar cierre la puerta, por favor. Gracias.” Eso hice, o eso pretendía hacer. Pero justo detrás de mi entraba una mujer regordeta con su retoño de la misma constitución. Quise cerrarla, pero ella empujaba para entrar y no me lo permitía. Le rogué que me dejara cerrar la puerta y le incité a que leyera el cartel. Todavía ahora no entiendo porqué me acusó de mal educado y una retahíla de palabras desagradables que no vienen al caso. Y para colmo, se acerca el camarero y le da la razón ala extraña mujer, pidiéndole mil disculpas y acomodándola amablemente en una de las mesas. Me quedé tan perplejo por la escena como el niño que era arrastrado por la mano grande y ancha de la mencionada mujer.
Recepcionista: Hay determinados mensajes que solamente van dirigidos a aquellas personas determinadas. Es una cuestión de civismo, sociedad, ética o incluso economía. Cada cual recibe y procesa aquello que en el momento demanda, el resto se pasa por alto, ignorándolo. Es más… estamos bombardeados por cientos de frases, invitaciones, peticiones y un largo etcétera del que ni tan siquiera somos conscientes. Si usted sale a la calle, por ejemplo, con el propósito de encontrar una determinada librería, se irá fijando en todas las librerías, pero se le pasarán por alto las zapaterías o pastelerías que se le vayan cruzando por el camino.
Señor: ¿Insinúa que usted sólo presta atención a aquello que le interesa?
Recepcionista: ¿Acaso hay alguien que no lo haga? (Se lo piensa mejor y añade) la inmensa mayoría lo hacemos.
Señor: Vaya…eso explica muchas cosas…
Recepcionista: ¿Disculpe?
Señor: (mira el reloj) Oh, no, nada. Sería un placer seguir charlando con usted, pero…en breve debo estar en el aeropuerto, y en vista de que no desea nada, me marcho.
Recepcionista: (aliviada) Claro, por supuesto, no vaya a ser que pierda el avión. ¿A dónde viaja usted?
Señor: Pues no lo sé, pero esta mañana leí en la prensa un titular que decía: “El vuelo número seis se adelanta a las ocho de la tarde por razones meteorológicas, persónense en taquilla media hora antes.”


Hibris.

6 comentarios:

sinnombre dijo...

Que bueno...

Anónimo dijo...

jajaja ...

ahora, la parte seria, hacen mucho daño. Son destructivos. No hay peor mentira que una verdad mal entendida, o una explicación mal entendida, o un suceso mal entendido ...

Cuestión de prestar atención, no siempre se puede ...

Biquiños!

Ohdiosa dijo...

JAJAJA... pues bien mirado este caballero tiene mucha razón!!!

EnLaOscuridadDeLaNoche dijo...

Ja,ja,ja... y además es que es cierto... ¡qué manía tenemos a veces de tomarnos las cosas al pie de la letra!
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Gracias por vuestros comentarios. :D Un beso.

Hibris

Azhaag dijo...

Jejejeje, muy gracioso.

Azhaag