Fragmentos

La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir la vergüenza del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca.
(Enrique Heine)

El pasado es un inmenso pedregal que a muchos les gustaría recorrer como si de una autopista se tratara, mientras otros, pacientemente, van de piedra en piedra, y las levantan, porque necesitan saber qué hay debajo de ellas.
(José Saramago. El viaje del elefante.)

Tengo 47 años, ¿y sabes cómo me he matenido vivo tanto tiempo, todos estos años? Miedo... el espectáculo de actos terribles. Si alguien me roba, le corto las manos; si me insulta, le corto la lengua; si se rebela contra mí, clavo su cabeza en una estaca, y la pongo bien alta, para que puedan verla todos. Eso es lo que mantiene vivo el orden de las cosas: el miedo.
(Gans of New York)


"He visto un caracol, se deslizaba por el filo de una navaja, ese es mi sueño, más bien mi pesadilla, arrastrarme, deslizarme por todo el filo de una navaja de afeitar, y sobrevivir."
(Apocalypse Now)



El imán. Oscar Wilde.

Había una vez un imán y en el vecindario vivían unas limaduras de acero. Un día, a dos limaduras se les ocurrió bruscamente visitar al imán y empezaron a hablar de lo agradable que sería esta visita. Otras limaduras cercanas sorprendieron la conversación y las embargó el mismo deseo. Se agregaron otras y al fin todas las limaduras empezaron a discutir el asunto y gradualmente el vago deseo se transformó en impulso. ¿Por qué no ir hoy?, dijeron algunas, pero otras opinaron que sería mejor esperar hasta el día siguiente. Mientras tanto, sin advertirlo, habían ido acercándose al imán, que estaba muy tranquilo, como si no se diera cuenta de nada. Así prosiguieron discutiendo, siempre acercándose al imán, y cuanto más hablaban, más fuerte era el impulso, hasta que las más impacientes declararon que irían ese mismo día, hicieran lo que hicieran las otras. Se oyó decir a algunas que su deber era visitar al imán y que hacía ya tiempo que le debían esa visita. Mientras hablaban, seguían inconscientemente acercándose.

Al fin prevalecieron las impacientes, y en un impulso irresistible la comunidad entera gritó:

-Inútil esperar. Iremos hoy. Iremos ahora. Iremos en el acto.

La masa unánime se precipitó y quedó pegada al imán por todos lados. El imán sonrió, porque las limaduras de acero estaban convencidas de que su visita era voluntaria.

Oscar Wilde

5 comentarios:

Ohdiosa dijo...

y cuanta razón lleva el texto...

lo normal a día de hoy es hacer algo pensando que es nuestra la iniciativa cuando en realidad hemos sido arrastrados inconscientemente...

Anónimo dijo...

Oh!!!!!! PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS!!!!!!

Bueniiiiisimo, obvio!!!

Bicos!!!

Azhaag dijo...

Ese mismo relato lo tengo en una pequeña antologia de cuentos de este autor. Todos sus cuentos tienen esa clase de moreleja de los cuentos clasicos. Son una lectura muy entretenida.

Un beso.

Azhaag

EnLaOscuridadDeLaNoche dijo...

¡Qué gran verdad! ¡Cuántas veces creemos que hacemos algo libremente y no somos más que marionetas...!
Un beso.

Hibris. dijo...

¿A que sí señorito Tirion? :D

ohdiosa y enlaoscuridaddelanoche, en ocasiones también podemos ser imanes, sin darnos cuentas, ¿no creéis?
Un beso a las dos. :)

Obvio Wilde, obvio, jajaja.

Es muy buen escritor Azhaag. :)


Hibris