Fragmentos

La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir la vergüenza del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca.
(Enrique Heine)

El pasado es un inmenso pedregal que a muchos les gustaría recorrer como si de una autopista se tratara, mientras otros, pacientemente, van de piedra en piedra, y las levantan, porque necesitan saber qué hay debajo de ellas.
(José Saramago. El viaje del elefante.)

Tengo 47 años, ¿y sabes cómo me he matenido vivo tanto tiempo, todos estos años? Miedo... el espectáculo de actos terribles. Si alguien me roba, le corto las manos; si me insulta, le corto la lengua; si se rebela contra mí, clavo su cabeza en una estaca, y la pongo bien alta, para que puedan verla todos. Eso es lo que mantiene vivo el orden de las cosas: el miedo.
(Gans of New York)


"He visto un caracol, se deslizaba por el filo de una navaja, ese es mi sueño, más bien mi pesadilla, arrastrarme, deslizarme por todo el filo de una navaja de afeitar, y sobrevivir."
(Apocalypse Now)



La fuerza del destino.

"...Pero hay destinos más peculiares que otros. Hay personas -todos nos las hemos cruzado alguna vez en la vida- que parecen siempre abocadas a buscar la simpatía de los demás y a ser rechazadas, a ofrecer afecto y recibir hostilidad a cambio, a no desanimarse nunca y a no aprender del desengaño, personas inocentes y frágiles que por algún motivo misterioso sólo despiertan incomodidad en los demás, y casi nunca ternura, y ni siquiera compasión. Son habladoras, pero inoportunas; simpáticas pero muy propensas a crear situaciones vidriosas. Las rehuimos porque no nos gusta la gente que atrae la desgracia. Un gesto de rechazo no las disuade de su empeño en caer bien, de modo que cuanto más amables son reciben más antipatía."


Son palabras del escritor Antonio Muñoz Molina en un artículo que tituló "La fuerza del destino". A medida que avanzaba en la lectura me resultaba más difícil acertar a qué tipo de personas se refería.
Casi al final nombra el raro Síndrome de Williams, jamás lo había escuchado. Se trata de una enfermedad que afecta a una de cada 7.500 personas. Se produce por una alteración en el cromosoma 7, o, en palabras del mencionado autor: "está producido por la ausencia de unos veinte genes, de los cuales no más de cinco o seis parece que gobiernan nuestras destrezas sociales."
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Las personas que sufren este trastorno son muy sociables pero son también incapaces de distinguir una cara amistosa de una hostil. La amígdala, la glándula del miedo, no les avisa de las malas intenciones o de las actitudes sutiles de rechazo. "Están condenados por igual a la ilusión y a la felicidad" -dice Molina.
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Sólo hay una cosa del escrito que no me termina de cuadrar, y es que concluye diciendo: "Son muy pocos, pero su destino nos suena melancólicamente familiar. Quizás nos provocan rechazo porque en las ocasiones amargas nos hemos parecido a ellos."
Puede que yo no lo entienda, pero por éste final le daría un buen tirón de orejas al autor.

En lo que sí creo que ha acertado de lleno es en el título.
Quizá con el tiempo todos aceptemos que esos numerosos dioses a los que ahora se le otorga el poder de guiar nuestro destino no son otros que nuestros propios genes.




Hibris

2 comentarios:

Azhaag dijo...

Síndrome de Williams... que cosa mas curiosa.

Buena entrada, Laura.

Un beso.

Azhaag

EnLaOscuridadDeLaNoche dijo...

Conozco a una chica que es un poco así... y la verdad es que es una gran persona. Siempre con una sonrisa en la cara, y capaz de hablar con cualquiera, a veces eso me da miedo por ella...
Un abrazo.