Fragmentos

La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir la vergüenza del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca.
(Enrique Heine)

El pasado es un inmenso pedregal que a muchos les gustaría recorrer como si de una autopista se tratara, mientras otros, pacientemente, van de piedra en piedra, y las levantan, porque necesitan saber qué hay debajo de ellas.
(José Saramago. El viaje del elefante.)

Tengo 47 años, ¿y sabes cómo me he matenido vivo tanto tiempo, todos estos años? Miedo... el espectáculo de actos terribles. Si alguien me roba, le corto las manos; si me insulta, le corto la lengua; si se rebela contra mí, clavo su cabeza en una estaca, y la pongo bien alta, para que puedan verla todos. Eso es lo que mantiene vivo el orden de las cosas: el miedo.
(Gans of New York)


"He visto un caracol, se deslizaba por el filo de una navaja, ese es mi sueño, más bien mi pesadilla, arrastrarme, deslizarme por todo el filo de una navaja de afeitar, y sobrevivir."
(Apocalypse Now)



El vacío de un hombre.

“Si tras casa tempestad vienen tales calmas,
soplen los vientos hasta que despierten a la muerte”

(Otelo. Shakespeare)




Pensaba que lo habían expulsado del paraíso, así, como quien deja a un perro abandonado en vacaciones después de años de cariño mutuo. Pero, a pesar de la privación de la comodidad a la que estaba acostumbrado, Saúl siempre supo, en el fondo, que eso ocurriría.
En una montaña está el momento de ascenso, la planicie de la superficie y el descenso, invariablemente. Y es éste último por el que ahora le tocaba discurrir.
El mundo entero se parapetaba contra él tras la pintura descolorida y los muros de piedra que lo separaban del exterior.
Cuando algo posee fuerza, ésta no falla en el peor momento. Quizá sea éste el problema de personas como Saúl, siempre quieren salir adelante, tirar del carro aunque de éste tan solo quede el nombre.

Mientras estos pensamientos circulaban por la mente del desdichado, un flexo iluminaba frente a él la porción carcomida del escritorio donde reposaba un papel, todavía en blanco. Una cerveza, a su vez, permanecía en las sombras, la mitad en realidad, la otra mitad se escondía tras el brillo de las pupilas de Saúl.
Al fondo estaba la cama, deshecha, coronada por fotografías manoseadas, algunas con claros dobleces, donde, casi siempre, una sonrisa iluminaba la instantánea. Eran esas pequeñas porciones de papel fotográfico lo único que daba un toque de color al habitáculo. Era su único nexo de unión con la vida.

En el otro ángulo dos sillones vacíos que hacían la vez de armario, miraban estáticos para un televisor mudo que reflejaba la imagen, gris, de Saúl sentado en una silla de madera, frente a su escritorio.

La cuarta esquina estada destinada al kit de supervivencia: una pequeña nevera haciendo juego, en cuando a tamaña se refiere, con la diminuta cocina y el fregadero, lleno.

Así pasaba los días, cayendo en un estado de grave y patética monotonía. Sólo en el pasillo, cuando las necesidades fisiológicas lo empujaban a acudir al servicio, se encontraba con algún otro zombi, a saber, quizá el que la noche pasada había puesto la música a todo volumen, o el que se hospedaba dos habitaciones más allá y hacía partícipes a todos los vecinos de sus placenteras noches en compañía femenina.
Imaginando la miseria y tristeza que se escondía tras cada puerta, Saúl se sentía menos desdichado.
Él siempre tendría el recuerdo.

Como cada noche, esperaba con paciencia la llegada del sueño, mirando las luces de la ciudad que, una a una, se iban apagando. El astro nocturno adquiría entonces todo el protagonismo y Saúl, intimidado por alterar el orden natural de la noche, apagaba la tenue luz de su flexo. La cerveza restante sería el desayuno de la mañana venidera y las palabras escritas sobre el papel sucumbirían, al fin, en la oscuridad.
Estoy tan solo…”- decían.




Hibris

Reinvindicando lo breve...

Hay muchos escritores que desprecian los relatos cortos restándole importancia y valor, al igual que en el cine ciertos directores le quitan prestigio a los cortometrajes. Actitud harto equivocada, pues es en la brevedad donde, en ocasiones, se muestra la maestría.
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Ya lo sentenció Baltasar Gracián: "Lo bueno, si breve, dos veces bueno".
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Antón Chéjov, Kate Chopin, Francis Bret Harte, Franz Kafka, Giacomo Leopardi, Guy de Maupassant, Herman Melville, H.P.Lovecraf, Oscar Wilde, Ambrose Bierce, Edgar Allan Poe, Robert Louis Stevenson, Mark Twain, Julio Vernes, Charles Dickens, Jack London, Ernest Hemingway, Stefan Zweig, Honoré de Balzac, Rudyard Kipling, Robert Blonch, Albero Moravia, Leopoldo Alas Clarín, Alejandro Dumas, Rubén Darío, Gustave Flaubert, Emilia Pardo Bazán, Arthur Machen, Robert W. Chambers etc etc etc

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La lista de genios que cultivaron éste género literario es interminable. Gracias a ellos podemos, entre tarea y tarea, tomarnos un respiro y evadirnos con las palabra que plasmaron sobre el papel. Que continúe...
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"Si una obra literaria es demasiado larga para ser leída de una sola vez, preciso es resignarse a perder el importantísimo efecto que se deriva de la unidad de impresión, ya que si la lectura se hace en dos veces, las actividades mundanas interfieren destruyendo al punto toda totalidad. (...) Lo que llamamos poema extenso es, en realidad, una mera sucesión de poemas breves, vale decir de breves efectos poéticos. (...) Parece evidente, pues, que toda obra literaria se impone un límite preciso en lo que concierne a su extensión: el límite de una sola sesión de lectura. (...) Resulta claro que la brevedad debe hallarse en razón directa de la intensidad del efecto buscado, y esto último con una sola condición: la de que cierto grado de duración es requisito indispensable para conseguir un efecto cualquiera."
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(Fragmento de E.A.Poe: "Filosofía de la composición")

James D. Watson, el Nobel de la polémica.


James D. Watson, biólogo y genetista estadounidense, fue galardonado con el Premio Nobel de Medicina en 1963 por descubrir conjuntamente a Francis Crick y Maurice Wilkins la estructura molecular del ADN.
Actualmente , con 79 años, es presidente del Laboratorio Cold Spring Harbor, en Nueva York, una firma puntera en la investigación del cáncer y dolencias neurológicas.

Ha presentado recientemente en Gran Bretaña su último libro: "Avoid Boring People: Lessons From a Life in Science'’ (“Evite la gente aburrida: Lecciones de una vida en la ciencia"), y con él ha venido la polémica.

Watson afirma la superioridad de unas razas con respecto a otras en lo que a inteligencia se refiere. Más concretamente sostiene que los blancos occidentales son más inteligentes que los negros. Asegura que los genes responsables de esta diferencia entre razas serán descubiertos en el plazo de una década.

"Todas nuestras políticas sociales están fundamentadas en que la inteligencia de ellos es la misma a la nuestra, cuando todas las investigaciones dicen que esto no es así realmente.", sostuvo


En 1978, la UNESCO aprobó la Declaración sobre la raza y los prejuicios raciales en cuyo artículo 2, punto 1, se dice: "Toda teoría que invoque una superioridad o inferioridad intrínseca de grupos raciales o étnicos que dé a unos el derecho de dominar o eliminar a los demás, presuntos inferiores, o que haga juicios de valor basados en una diferencia racial, carece de fundamento científico y es contraria a los principios morales y éticos de la humanidad".

Watson responde en su libro con éstas palabras: "No existe razón firme para avanzar que hayan evolucionado de manera idéntica las capacidades intelectuales de personas separadas geográficamente en su evolución. Para ello no bastará nuestro deseo de atribuir capacidades de raciocinio iguales, como si fueran una herencia universal de la humanidad".
Es más..."La gente que tiene que tratar con empleados negros sabe que eso no es así".


Como no podía ser de otra manera, este inapropiado comentario ha levantado ampollas en diversos sectores. Compañeros de profesión han rechazado tajantemente la veracidad de sus palabras, carentes de base científica alguna.
El propio laboratorio en el que ejerce su trabajo ha enviado un comunicado donde expresa sentirse "asombrado y entristecido si es que hizo esos comentarios'’.

Pero no es la primera vez que este Nobel levanta polémica. Hace ya un tiempo declaró que una mujer debería abortar si en la prueba prenatal se comprueba que el niño será homosexual.
Por otra parte, sugirió que existe una relación entre el color de la piel y el deseo sexual, al proponer una teoría en la que afirma que las personas negras tienen una libido más alta.
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Es desalentador que un genio que ha aportado tanto a la humanidad se rebaje con este tipo de comentarios sin ninguna acreditación científica, apoyándose exclusivamente en ideologías propias que trata de reforzar tan solo con su prestigio y fama.
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Enlaces relacionados:
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Instrucciones para cantar. Julio Cortázar.

He aquí uno de los escritores más originales del siglo XX.
Me fascina leerlo... Marchando uno de sus escritos:
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Instrucciones para cantar
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Empiece por romper los espejos de su casa, deje caer los brazos, mire vagamente la pared, ''olvídese''. Cante una sola nota, escuche por dentro.
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Si oye (pero esto ocurrirá mucho después) algo como un paisaje sumido en el miedo, con hogueras entre las piedras, con siluetas semidesnudas en cuclillas, creo que estará bien encaminado, y lo mismo si oye un río por donde bajan barcas pintadas de amarillo y negro, si oye un sabor de pan, un tacto de dedos, una sombra de caballo.
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Después compre solfeos y un frac, y por favor no cante por la nariz y deje en paz a Shumann.
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Julio Cortázar (Material plástico)

Obaba / Obabakoak

Hace un par de años, asistiendo al Festival Internacional de Cine Independiente de Ourense, pude disfrutar de una de las películas españolas (en coproducción con Alemania) mejores que he visto y, si cabe, una de las más raras. Es de esas que o te gusta mucho o no te gusta nada. Yo me sitúo en la primera valoración.

Montxo Armendáriz, su director, llevó al cine el libro de Bernardo Atxaga llamado Obabakoak. El film recibió el nombre de Obaba, pueblo donde se desarrolla toda la acción.

Aquí os dejo un enlace para ver el trailer:



Desde que salí de aquella sala de cine quise hacerme con la versión impresa. Por extraño que resulte, fue la película la que me llevó al libro y no viceversa. Y como era de esperar...éste último medio se lleva una matrícula de honor.

Por supuesto, recomendada. Tanto libro como película.


Trancribo un fragmento del libro donde un joven reflexiona acerca de una pequeña conversación mantenida con su vecino de enfrente, un señor ya mayor:



"...La soledad en que vivía era atroz, y no llegué a darme cuenta del todo de ello hasta que en una ocasión le pedí el despertador.
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-Mañana por la mañana tengo que ir a la ciudad,y por esto se lo pido -le comenté.
-¡Pero, cómo! ¿No tienes despertador? -me miró atónito, como si no diera crédito a lo que estaba oyendo.

Le respondí que no. Que de verdad no tenía despertador.
Entró en su casa pensativo, para volver enseguida con un aparato grande y de color plateado. Poniéndomelo en la mano, me dijo casi emocionado:

-¡Amigo, cómprate un despertador! ¿No ves que hace mucha compañía?
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Sentí un escalofrío. Acababa de escuchar, y de labios de quien menos lo hubiera esperado, una definición exacta de la soledad. ¿Qué era la soledad? Pues una situación en la que hasta el tictac de un reloj se convierte en compañía.

Me vinieron a la memoria las tabernas.
<<¡Cuántas vidas han salvado!>>, dije para mis adentros. "


Hibris