Fragmentos

La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir la vergüenza del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca.
(Enrique Heine)

El pasado es un inmenso pedregal que a muchos les gustaría recorrer como si de una autopista se tratara, mientras otros, pacientemente, van de piedra en piedra, y las levantan, porque necesitan saber qué hay debajo de ellas.
(José Saramago. El viaje del elefante.)

Tengo 47 años, ¿y sabes cómo me he matenido vivo tanto tiempo, todos estos años? Miedo... el espectáculo de actos terribles. Si alguien me roba, le corto las manos; si me insulta, le corto la lengua; si se rebela contra mí, clavo su cabeza en una estaca, y la pongo bien alta, para que puedan verla todos. Eso es lo que mantiene vivo el orden de las cosas: el miedo.
(Gans of New York)


"He visto un caracol, se deslizaba por el filo de una navaja, ese es mi sueño, más bien mi pesadilla, arrastrarme, deslizarme por todo el filo de una navaja de afeitar, y sobrevivir."
(Apocalypse Now)



Frase

¡Qué irónico es que precisamente por medio del lenguaje un hombre pueda degradarse por debajo de lo que no tiene lenguaje!

Sören Aabye Kierkegaard

Siempre ten presente que...

La piel se arruga, El pelo se vuelve blanco, Los días se convierten en años... Pero lo importante no cambia; tu fuerza y tu convicción no tienen edad. Tu espíritu es el plumero de cualquier tela de araña.
Detrás de cada línea de llegada, hay una de partida. Detrás de cada logro, hay otro desafío.
Mientras estés vivo, siéntete vivo. Si extrañas lo que hacías vuelve a hacerlo. No vivas de fotos amarillas... Sigue aunque todos esperen que abandones. No dejes que se oxide el hierro que hay en ti. Haz que en vez de lástima, te tengan respeto. Cuando por los años no puedas correr, trota. Cuando no puedas trotar, camina. Cuando no puedas caminar, usa el bastón. Pero nunca te detengas!!

(María Teresa de Calcuta)

La trajedia pintada por un artista, Picasso

Hizo los primeros esbozos sobre pape azul, desgarrándolo como si dibujara más con un cuchillo que con un lápiz. En esos arrebatos, la conexión entre la pasión y el arte era directa. Tomaba forma un caballo herido, seguido de un toro furioso con un pájaro de largas alas en el lomo. De una ventana, una mujer se asomaba y proyectaba la luz de un farzol sobre la escena.
Aquel primer día, los elementos fundamentales de lo que acabaría siendo la composición definitiva ya ocuparon sus lugares. Eran puzles que resolver, problemas de ángulos y perspectivas, con el añadido de lo oculto y lo misterioso. Pero el caballo, el toro, el guerrero caído, la madre con un niño muerto, la mujer sosteniendo un farol: todo eso ya estaba ahí. Esos elementos serían las piedras angulares, y los presentarían en un descarnado vocabulario de blanco y negro y gris. Habría un fondo y un primer plano, sombras y luces, y narración, pero no explicaciones.
Su segundo día de trabajo en el proyecto fue una larga y frenética repetición del primero. Al final, exhausto y vacía, el artista dejó los lápices para que sus personajes recién nacidos pudieran descansar tras aquellos partos tan difíciles.

El resultado fue el siguiente:



(Cuadro de Picasso)


En el Times de Londres se podían leer las siguientes frases:

Gernika, la población más antigua de los vascos...destruída por las incursiones aéreas insurgentes...
...los cazas se lanzaban en picado para ametrallar a los que se refugiaban en los campos...
...algo sin precedentes en la historia militar... destrucción de la cuna de la raza vasca.

En otro periódico:

...un pequeño hospital, volado con sus cuarenta y dos ocupantes heridos...
...un refugio antiaéreo en el que más de cincuenta mujeres y niños quedaron atrapados y se quemaron vivos...


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-¿Cuántos?-le preguntó un reportero que quería tener una estimación del número de víctimas.

-¿Cuántos?-replicó el padre Xavier- ¿Cuántos qué? ¿Cuánta gente? ¿Cuántos pedazos? ¿Cuántas vidas? ¿Cuántos niños?
Cuando ves niños quemados en la calle, carbonizados... derretidos, no los cuentas -dijo Xavier-. Cuando ves un grupo de chavales fusionados en una masa negra, no haces inventario. ¿Cuántos murieron? ¿Cuántos? La muerte era infinita.



Fuente: "A los cuatro vientos", de Dave Boling

Fernando Pessoa

"El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente,
que hasta finge que es dolor
el dolor que en verdad siente"

(Fernando Pessoa)

Idioma, por Manuel Vicent.

Una mañana, en el hotel Plaza de Nueva York, no había acabado de despertar cuando oí voces en el pasillo que hablaban un castellano muy dulce. En el sopor de la conciencia tuve un pensamiento feliz: por fin la excelsa lengua de Cervantes había conquistado la cima del Imperio, según había soñado Nebrija. Eran unas chicas mexicanas que estaban pasando la aspiradora. Poco después una joven colombiana llamó a mi puerta para arreglar la habitación. Mientras limpiaba el lavabo un día me contó algunas peripecias de su vida con las palabras más puras de nuestro idioma. No sé inglés y como no soy científico ni hombre de negocios, no lo necesito. A cualquier parte de Estados Unidos adonde vaya siempre encontraré un camarero, una cajera, un maletero, un abrecoches, cualquier cocinero que me saque del apuro.

El emperador Carlos V dijo que utilizaba el italiano para hablar con las damas, el francés para hablar con los hombres y el castellano para hablar con Dios. Hoy en Nueva York sólo usaría nuestro idioma para departir con los criados, como hago yo que no soy nadie. Cuando camino por Manhattan y suena a mi alrededor la lengua de Cervantes, vuelvo la cara y normalmente se trata de alguien que está descargando bultos o va tirando de una carretilla. El simple hecho cuantitativo de que hablen castellano 400 millones de personas y que suene en el lugar más extraño del mundo donde se haya afincado un emigrante latinoamericano, hace que los españoles no necesitemos el inglés vitalmente, lo cual juega en nuestra contra. Sin duda, la minoría hispana ya ha accedido en Norteamérica al gran consumo y constituye también una fuerza electoral, por eso los políticos en los mítines balbucean algunas palabras en castellano y los ejecutivos de las multinacionales consideran una ventaja hablarlo bien, pero a la hora de firmar un contrato internacional y de acceder a las últimas conquistas del cerebro humano, la lengua de Cervantes no cuenta para nada. Hay que saber inglés. En este sentido conviene inculcar a nuestros escolares una idea básica: el castellano sirve para soñar, para rezar, para escribir bellas historias, para rememorar grandes hazañas del pasado, pero no interviene en absoluto en la economía mundial ni en el pensamiento científico. Su zona de máxima influencia está en los sótanos del Imperio, donde se friegan los platos y se cargan los paquetes.

Cuando oigo hablar mi idioma en Nueva York sé que lo pronuncia un hermano. Voy hacia él y lo abrazo.

MANUEL VICENT
EL PAÍS