Más que en lo leído, el lector se revela en los usos caprichosos o instrumentales que hace de los libros. Nada lo delata mejor que los subrayados, las marcas, las citas que entresaca. Tal vez por eso el lector compulsivo que subraya y copia frases para sí mismo en las portadas, guardas y portadillas prefiere que nadie más vea esos rastros. Si se presta el libro, el pudor obliga a borrar las huellas de la lectura para no quedar intelectualmente desnudo delante de terceros. ¿Quién querría alentar especulaciones sobre las causas que llevaron a insistir en esa determinada frase o en ese determinado verso? ¿Cuántos tolerarían mostrar todas las cartas de su erudición? El subrayado y la cita no son solamente estrategias de lectura; son también una variedad mínima, y muy privada, de la autobiografía. De ahí, también, que cuando se compran libros usados puedan inferirse las curiosidades y aun el carácter de los propietarios anteriores simplemente por las marcas que dejaron.
Si se quisiera hacer una paráfrasis de la famosa frase de Osvaldo Lamborghini en su relato "La causa justa", habría que decir que Jorge Luis Borges no leía completo casi ningún libro pero que sus subrayados eran perfectos. Aunque la verdad es que eran subrayados metafóricos; en realidad, antes que trazar una raya más o menos sinuosa debajo de la línea, transcribía, con una letra minúscula que fue mutando de la cursiva a una envarada imprenta, frases, citas, versos en portadas y márgenes que luego, invariablemente, reciclaba en sus propios libros.
Estos dos maravillosos párrafos son la introducción a un artículo que habla sobre el nuevo libro de Laura Rosato y Germán Álvarez: Borges, libros y lecturas; en el cual se recopilan anotaciones y citas de Jorge Luis Borges.
Para leer el resto del artículo: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1304904
Si se quisiera hacer una paráfrasis de la famosa frase de Osvaldo Lamborghini en su relato "La causa justa", habría que decir que Jorge Luis Borges no leía completo casi ningún libro pero que sus subrayados eran perfectos. Aunque la verdad es que eran subrayados metafóricos; en realidad, antes que trazar una raya más o menos sinuosa debajo de la línea, transcribía, con una letra minúscula que fue mutando de la cursiva a una envarada imprenta, frases, citas, versos en portadas y márgenes que luego, invariablemente, reciclaba en sus propios libros.
Estos dos maravillosos párrafos son la introducción a un artículo que habla sobre el nuevo libro de Laura Rosato y Germán Álvarez: Borges, libros y lecturas; en el cual se recopilan anotaciones y citas de Jorge Luis Borges.
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