Fragmentos

La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir la vergüenza del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca.
(Enrique Heine)

El pasado es un inmenso pedregal que a muchos les gustaría recorrer como si de una autopista se tratara, mientras otros, pacientemente, van de piedra en piedra, y las levantan, porque necesitan saber qué hay debajo de ellas.
(José Saramago. El viaje del elefante.)

Tengo 47 años, ¿y sabes cómo me he matenido vivo tanto tiempo, todos estos años? Miedo... el espectáculo de actos terribles. Si alguien me roba, le corto las manos; si me insulta, le corto la lengua; si se rebela contra mí, clavo su cabeza en una estaca, y la pongo bien alta, para que puedan verla todos. Eso es lo que mantiene vivo el orden de las cosas: el miedo.
(Gans of New York)


"He visto un caracol, se deslizaba por el filo de una navaja, ese es mi sueño, más bien mi pesadilla, arrastrarme, deslizarme por todo el filo de una navaja de afeitar, y sobrevivir."
(Apocalypse Now)



Corsés Góticos y Cascos de Walkiria. Arturo Pérez Reverte

No soy muy aficionado a la música, excepto cuando una canción –copla, tango, bolero, corrido, cierta clase de jazz– cuenta historias. Tampoco me enganchó nunca la música metal. Me refiero a la que llamamos heavy o jevi aunque no siempre lo sea, pues ésta, que fue origen de aquélla, es hoy un subestilo más. Siempre recelé de los decibelios a tope, las guitarras atronadoras y las voces que exigen esfuerzo para enterarse de qué van. Las bases rítmicas, el intríngulis de los bajos y las cuerdas metaleros, escapan a mi oído poco selectivo. Salvo algunas excepciones, tales composiciones y letras me parecieron siempre ruido marginal y ganas de dar por saco, con toda esa parafernalia porculizante de Satán, churris, motos y puta sociedad. Incluidas, cuando se metían en jardines ideológicos, demagogia de extrema izquierda y subnormalidad profunda de extrema derecha. Etcétera.

Sin embargo, una cosa diré en mi descargo. De toda la vida me cayeron mejor esos cenutrios largando escupitajos sobre todo cristo que los triunfitos relamidos, clónicos y saltarines, tan rubios, morenos, rizados y relucientes ellos, tan chochidesnatadas ellas, con sus megapijerías, sus exclusivas de tomate y papel cuché, y toda esa chorrez envasada en plástico y al vacío. Al menos, concluí siempre, los metaleros tienen rabia y tienen huevos, y aunque a veces tengan la pinza suelta y hecha un carajal, éste suele ser de cosas, ideas, fe o cólera que les dan la brasa y los remueven, y no de cuántas plazas será el garaje de la casa que comprarán en Miami cuando triunfen y puedan decir vacuas gilipolleces en la tele como Ricky, como Paulina, como Enrique.

Pero de lo que quiero hablarles hoy es de música metal. Ocurre que en los últimos tiempos –a la vejez, viruelas– he descubierto, con sorpresa, cosas interesantes al respecto. Entre otras, que esa música se divide en innumerables parcelas donde hay de todo: absurda bazofia analfabeta y composiciones dignas de estudio y de respeto. Aunque parezca extraño y contradictorio, la palabra cultura no es ajena a una parte de ese mundo. Si uno acerca la oreja entre la maraña de voces confusas y guitarras atronadoras, a veces se tropieza con letras que abundan en referencias literarias, históricas, mitológicas y cinematográficas. Confieso que acabo de descubrir, asombrado, entre ese caos al que llamamos música metal, a grupos que han visto buen cine y leído buenos libros con pasión desaforada. Ha sido un ejercicio apasionante rastrear, entre estruendo de decibelios y voces a menudo desgarradas y confusas, historias que van de las Térmópilas a Sarajevo o Bagdad, incluyendo las Cruzadas, la conquista de América o Lepanto. Como es el caso, verbigracia, de Iron Maiden y su 'Alexander the Great'.




La mitología –Virgin Steele, por ejemplo, y su incursión en el mundo griego y precristiano– es otro punto fuerte metalero: Mesopotamia, Egipto, La Ilíada y La Odisea, el mundo romano o el ciclo artúrico. Ahí, los grupos escandinavos y anglosajones que cantan en inglés copan la vanguardia desde hace tiempo; pero es de justicia reconocer una sólida aportación española, con grupos que manejan eficazmente la fértil mitología de su tierra: Asturias, País Vasco, Cataluña o Galicia. Tampoco el cine es ajeno al asunto; las películas épicas, de terror o de ciencia ficción, 'La guerra de las galaxias', 'Blade Runner', 'Dune', las antiguas cintas de serie B, afloran por todas partes en las letras metaleras. Lo mismo ocurre con la literatura, desde 'El señor de los anillos' hasta 'La isla del tesoro' o 'El cantar del Cid". Todo es posible, al cabo, en una música donde el Grupo Magma canta en el idioma oficial del planeta Kobaia –que sólo ellos entienden, los jodíos– mientras otros lo hacen en las lenguas de la Tierra Media.
Donde Mago de Oz alude –'La cruz de Santiago'– al capitán Alatriste




y Avalanch a Don Pelayo.



Donde los segovianos de Lujuria lo mismo ironizan sobre la hipocresía de la Iglesia católica en cuestiones sexuales que largan letras porno sobre Mozart y Salieri o relatan, épicos, la revuelta comunera de Castilla.




Y es que no se trata sólo de estrambóticos macarras, de rapados marginales y suburbanos, de pavas que cantan ópera chunga con corsé gótico y casco de walkiria. Ahora sé –lamento no haberlo sabido antes– que la música metal es también un mundo rico y fascinante, camino inesperado por el que muchos jóvenes españoles se arriman hoy a la cultura que tanto imbécil oficial les niega.
El grupo riojano Tierra santa es un ejemplo obvio: su balada sobre el poema 'La canción del Pirata' consiguió lo que treinta años de reformas presuntamente educativas no han conseguido en este país de ministros basura. Que, en sus conciertos, miles de jóvenes reciten a voz en grito a Espronceda, sin saltarse una coma.




(Arturo Pérez Reverte. El Semanal, 16 de diciembre de 2007.)

Fragmento: Carta de Tomás Moro a Pedro Guilles.

En la editorial Alianza, el libro de Tomás Moro "Utopía" (recomendadísimo), incluye en su inicio una serie de cartas que son, a mi parecer, esenciales para entender la totalidad de la obra.
Una de ellas la escribe el propio Tomás Moro a Pedro Guilles, gran amigo y confidente del autor, el que, junto con Erasmo, prepara las ediciones de Utopía, y que, por cierto, será también uno de los personajes que aparezcan en la obra.
En dicha carta, Moro, entre otras cosas, le transmite a su amigo las preocupaciones que tiene respecto al gusto y a la crítica que los lectores puedan hacer de Utopía.
He aquí un fragmento de lo más interesante:


"(...) Los paladares de los mortales son tan distintos, sus molleras tan torpes, los espíritus tan desagradecidos y los juicios tan absurdos, que no me parece descaminado imitar a aquellos que mantienen su buen humor y su sonrisa abandonándose a su inclinación natural. Sería mejor que imitar a los que se molestan por publicar algo que pueda ser útil o agradable a seres ingratos y que no se contentan con nada.
La mayoría no conoce la literatura, y muchos la desprecian. El bárbaro rechaza como difícil lo que no es totalmente bárbaro. Los sabihondos desprecian como vulgar lo que no está sembrado de arcaísmos. A algunos sólo les gustan las obras clásicas, y, a la mayor parte, las suyas propias. Este es tan sombrío que no admite bromas; aquel tan insulso que carece del sentido del humor. Los hay tan romos que huyen -cual perro rabioso del agua- de todo lo que sabe a humor. Otros son tan inestables que su juicio cambia de estar sentados a estar de pie.
Estos se sientan en las tabernas, y entre vaso y vaso emiten sus juicios sobre el talento de los escritores. Desde lo alto de su autoridad y su antojo los condenan y dan tirones a sus escritos como si les tiraran del cabello. Mientras tanto, ellos están bien resguardados y, como dice el proverbio, "fuera de tiro". Pues estos hombres tienen la piel tan fina y tan afeitada que no les queda ni un pelo por donde se les pueda coger.
Hay, finalmente, seres tan desagradecidos que aunque la obra les deleite mucho, su autor les deja indiferente. Se parece a esos invitados mal educados, que, después de haber comido copiosamente, se van de casa hartos sin dar las gracias a su anfitrión. ¡Y ahora disponte a preparar un banquete a tus expensas para gente con un paladar tan delicado, de gustos tan variados, y de corazón tan sensible a la gratitud y al recuerdo de las atenciones!"

(Tomás Moro a Pedro Guilles)

Algunas definiciones del lector ideal. Alberto Manguel.



Algunas definiciones del lector ideal:

“El lector ideal no reconstruye una historia: la recrea.

El lector ideal no sigue una historia: toma parte en ella.

El lector ideal sabe lo que el autor apenas intuye.

El lector ideal es acumulativo: cada vez que lee un libro,

agrega una nueva capa de recuerdos a la narrativa.

El lector ideal no puede poner en palabras lo que sabe.

Después de cerrar el libro, el lector ideal siente que si no lo hubiera

leído el mundo sería más pobre.

El lector ideal jamás cuenta cuantos libros tiene.

El lector ideal es generoso y codicioso a la vez.

El lector ideal lee toda la literatura como si fuera anónima.

Al lector ideal le gusta usar el diccionario.

Cuando lee un libro de hace siglos, el lector ideal se siente inmortal.

Pablo y Francesa no eran lectores ideales, puesto que confiesan a Dante

que después de su primer beso dejaron de leer.

Los lectores ideales se habrían

besado y habrían continuado leyendo. Un amor no excluye al otro.

El lector ideal recorre los senderos conocidos.

El lector ideal es, para un libro, la promesa de la resurrección.

Cada libro, bueno o malo, tiene su lector ideal.

A veces, un escritor debe esperar varios siglos para encontrar

su lector ideal.

Un lector ideal no tiene una nacionalidad precisa.

El lector ideal conoce la infelicidad.

Los lectores cambian con los años.

El que a los 14 años fue el lector ideal de Veinte poemas de amor,

de Neruda, ya no lo es a los 30.

La experiencia quita el brillo a ciertas cosas.

Pinochet, que prohibió El Quijote porque pensaba que alentaba

a la desobediencia civil, fue el lector ideal de ese libro.

Escribir en los márgenes es señal del lector ideal.

El lector ideal es caprichoso sin sentirse culpable.

El lector ideal es capaz de enamorarse de al menos

uno de los personajes del libro.

El lector ideal desea llegar al final del libro y a la vez saber

que el libro jamás terminará.

El lector ideal no se preocupa por los géneros.

El lector ideal es el personaje principal de la novela que está leyendo.

La literatura no depende de lectores ideales,

sino sólo de lectores suficientemente buenos. "


(Nuevo elogio de la locura //Alberto Manguel)



El pasado: letra y música.

Eso fui. Una suerte de botella echada al mar. Botella sin mensaje. Menos nada. Nada menos. O tal vez una primavera que avanzaba a destiempo. O un suplicante desde el Más Acá. Ateo de aburridos sermones y supuestos martirios.
Eso fui y muchas cosas más. Un niño que se prometía amaneceres con torres de sol. Y aunque el cielo viniera encapotado, seguía mirando hacia delante, hacia después, a renglón seguido.
Eso fui, ya menos niño, esperando
la cita reveladora, el parto de las nuevas imágenes, las flechas que transcurren y se pierden, más bien se borran en lo que vendrá. Luego la adolescencia convulsiva, burbuja de esperanzas, hiedra trepadora que quisiera alcanzar la cresta y aún no puede, viento que nos lleva desnudos desde el suelo y quién sabe hasta (y hacia) dónde.
Eso fui. Trabajé como una mula, pero solamente allí, en eso que era presente y desapareció como un despegue, convirtiéndose mágicamente en huella. Aprendí definitivamente los colores, me adueñé del insomnio, lo llené
de memoria y puse amor en cada parpadeo.
Eso fui en los umbrales del futuro, inventándolo todo, lustrando los deseos, creyendo que servían, y claro que servían, y me puse a soñar lo que se sueña cuando el olor a lluvia nos limpia la conciencia.
Eso fui, castigado y sin clemencia, laureado y sin excusas, de peor a mejor y viceversa. Desierto sin oasis. Albufera.Y pensar que todo estaba allí, lo que vendría, lo que se negaba a concurrir, los angustiosos lapsos de la espera, el desengaño en cuotas, la alegría ficticia, el regocijo a prueba, lo que iba a ser verdad, la riqueza virtual de mi pretérito.
Resumiendo: el porvenir de mi pasado tiene mucho a gozar, a sufrir, a corregir, a mejorar, a olvidar, a descifrar, y sobre todo a guardarlo en el alma como reducto de última confianza.


(El porvenir de mi pasado. Mario Benedetti)


Y ahora un vídeo de Ricardo Arjona, puro sentimiento, como la mayoría de sus canciones.






"Los que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo." Jorge Santayana

"Oh memoria, enemiga mortal de mi descanso." Miguel de Cervantes

"El pasado es un prólogo." William Shakespeare

"Que el pasado muerto entierre sus muertos." William Wadsworth Longfellow


"El pasado está tan ausente como el futuro; ni el uno ni el otro sentimos, y debe haber dolor allí donde no hay sentimiento." Lucio Anneo Séneca

¿Para qué afligirse del pasado? Es imposible cambiar aquello que ya no es." Sófocles



En memoria de Heath Ledger

Todos os enteraríais a estas alturas de la reciente muerte de Heat Ledger, un joven actor en lo mejor de su carrera, debido a una sobredosis accidental de medicinas. Todavía recuerdo la primera vez que vi "Destino de caballero", donde él es el protagonista, tras un ciento de recomendaciones "tienes que verla, tienes que verla...". Me encantó... y tras ella, El secreto de los hermanos Grimm y, por supuesto, con la que se hizo más conocido Brokeback Mountain.
He aquí alguno de los mejores diálogos, en recuerdo del actor.


DESTINO DE CABALLERO

"Si pudiera pedirle algo a Dios, esta noche le pediría que parara esta noche la luna y que tu belleza fuera eterna."

-Hablas como si ella fuera la diana
-Ah, ¿es que acaso no lo es?
-No, ella es la flecha.


-No entiendo a las mujeres
-Ni yo tampoco pero ellas sí nos entienden a nosotros.

"Es extraño pensar que llevo un mes sin verte, he visto la luna nueva pero a ti no, he visto atardeceres y amaneceres pero ni sombra de tu bello rostro. Los añicos de mi corazon roto son tan pequeños que pasarian por el ojo de una aguja, te añoro como el sol añora a la flor, como el sol añora a la flor en lo mas crudo del invierno, en vez de dirigir su luz a la belleza, el corazon se endurece como el mundo congelado en que tu ausencia me ha sumido. La esperanza me guia, es lo que me da fuerzas de dia y sobre todo de noche, la esperanza de que aunque te hayas ido de mi vista no sera la ultima vez que pueda contemplarte." (Carta de Will -Heath Ledger- a su chica)

...os dejo un vídeo con imágenes de la película, aunque con una canción de Enya :)






BROKEBACK MOUNTAIN


"Te diré una cosa , pudimos tener una vida juntos , una vida que te cagas , en nuestro propio rancho , pero tú no quisiste Ennis y qué tenemos ahora? Esta montaña! Todo se basa en eso , es lo úncio que tenemos , nada más y espero que sepas eso aunque nunca sepas el resto . Cuenta las pocas veces que hemos estado juntos en casi 20 años , mide la puta correa con la que me atas y luego pregúntame por México y dime que me vas a matar por algo que no me das casi nunca! No tienes idea de lo que sufro!"


"Nunca hay suficiente tiempo, nunca es suficiente."


Fragmento: Dinero, de Martin Amis.

Cada vida es una partida de ajedrez que se fue al carajo a la séptima jugada, y el resto de la comedia se arrastra desde entonces lenta y tediosamente, un sueño de compresiones y traspiés, cada jugada forzada con antelación, todas las piezas inmovilizadas y paralizadas y aherrojadas... Pero de vez en cuando veo aparecer alguna pieza que sigue moviéndose libremente, y su ejemplo es terrible para mí.

(Dinero, de Martin Amis.)

El último rincón. Miguel Hernández

"Adiós, hermanos, camaradas y amigos
Despedidme del sol y de los trigos"
(Miguel, en los muros de la cárcel de Alicante, poco antes de morir)



He aquí uno de los mayores genios de la literatura española. Miguel Hernández(1910-1942), hombre que recurre en sus poemas incesantemente al tema de la muerte y el dolor. Algo que, sin duda alguna, emana de su vida tortuosa, dolorosa e injusta. Con lo escrito desde la cárcel, descubrimos a un hombre que se mide con la libertad, reducido a las miserias de cuatro paredes. "Un corazón hecho para amar, con rejas y cerrojos".
Una de sus joyas "El último rincón" es un pozo negro de soledad e injusticias, donde el poeta muere sin libertad, sangrando de amor.
Aquí os lo dejo, dejaros transportar...




El último rincón

El último y el primero:
rincón para el sol más grande,
sepultura de esta vida
donde tus ojos no caben.

Allí quisiera tenderme
para desenamorarme.

Por el olivo lo quiero,
lo persigo por la calle,
se sume por los rincones
donde se sumen los árboles.

Se ahonda y hace más honda
la intensidad de mi sangre.

Los olivos moribundos
florecen en todo el aire
y los muchachos se quedan
cercanos y agonizantes.

Carne de mi movimiento,
huesos de ritmos mortales:
me muero por respirar
sobre vuestros ademanes.

Corazón que entre dos piedras
ansiosas de machacarte,
de tanto querer te ahogas
como un mar entre dos mares.
De tanto querer me ahogo,
y no me es posible ahogarme.

Beso que viene rodando
desde el principio del mundo
a mi boca por tus labios.
Beso que va a un porvenir,
boca como un doble astro
que entre los astros palpita
por tantos besos parados,
por tantas bocas cerradas
sin un beso solitario.

¿Qué hice para que pusieran
a mi vida tanta cárcel?

Tu pelo donde lo negro
ha sufrido las edades
de la negrura más firme,
y la más emocionante:
tu secular pelo negro
recorro hasta remontarme
a la negrura primera
de tus ojos y tus padres,
al rincón de pelo denso
donde relampagueaste.

Como un rincón solitario
allí el hombre brota y arde.

Ay, el rincón de tu vientre;
el callejón de tu carne:
el callejón sin salida
donde agonicé una tarde.

La pólvora y el amor
marchan sobre las ciudades
deslumbrando, removiendo
la población de la sangre.

El naranjo sabe a vida
y el olivo a tiempo sabe.
Y entre el clamor de los dos
mis pasiones se debaten.

El último y el primero:
rincón donde algún cadáver
siente el arrullo del mundo
de los amorosos cauces.

Siesta que ha entenebrecido
el sol de las humedades.

Allí quisiera tenderme
para desenamorarme.

Después del amor, la tierra.
Después de la tierra, nadie.

(Miguel Hernández)