Se trata del agujero negro que germina en el interior de todo ser racional. Un sumidero de los valores más preciados que éste posee.
En el big bang de cada individuo, la hora del nacimiento, se establece un equilibrio entre las distintas fuerzas que dominarán su vida. Será el sujeto, a partir de ese momento, el encargado de manejarlas racional y conscientemente sin caer en el burdo error de querer modificar ese equilibrio natural.
Las acciones que éste lleve a cabo otorgarán o restarán poder a dichas fuerzas, creando en multitud de ocasiones situaciones nefastas. Cualquier mínimo error de cálculo provocará en su interior una leve variación que será la chispa que encienda la cerilla, la misma que prenderá la hoguera y hará arder el bosque reduciendo todo a cenizas.
Lo que subyace tras el comportamiento externo de un sujeto es la relación que existe entre las distintas fuerzas de su interior, esa lucha paciente y silenciosa de las que sólo él es dueño.
Debe saber que no se trata de alejarse del pernicioso agujero negro sino de mantener una distancia firme y adecuada, sin caer en la tentación de mirar lo que en él se esconde. De ocurrir eso, contribuirá a la extensión del mismo. A mayor extensión mayor energía. A mayor energía, mayor poder. A mayor poder, más grande será su fuerza de atracción. Todos los valores colindantes sufrirán ese poderoso influjo que los conducirá a su triste e irremediable sepelio. Tomará el mando ese pozo negro volviendo inhumano al humano, irracional lo racional, desequilibrado el equilibrio…
Obstinado como es, el sujeto tratará de profundizar en cada una de sus cualidades, cayendo en la equivocación de no darse cuenta que hay determinadas conductas de las que debe mantenerse alejado.
Agravará la situación el marco en el que se encuentra el portador de esas intensas fuerzas, intrínsecas al ser pensante, pues éste está en continua relación con otros poderes externos. Las acciones desempeñadas a través del cuerpo, físico, serás la intermediarias entre ambos poderes. La búsqueda de la armonía entre ellos, un equilibrio entre equilibrios, es una destreza adquirida a través de la observación y la experiencia, sin imponer una modificación a algo dado de manera natural.
Dado que ese oscuro pozo, inefable, es poderoso y al mismo tiempo atrayente, los espíritus débiles, perdidos, descarrilados, se verán atraídos por él de tal manera que la salvación será prácticamente nula. Las posibilidades de salir de él no se contemplan. Atrapa hasta el último resquicio de fuerza benigna cabida en el sujeto. La ceguera espiritual sumirá al ese pobre ser en una existencia vejatoria, insulsa, díscola, denigrante, virulenta, vergonzosa…
En su capricho de otorgar un nombre a todo aquello que domina o trata de dominar, el ser pensante bautizó al nombrado agujero negro con el substantivo: “odio”.
En el big bang de cada individuo, la hora del nacimiento, se establece un equilibrio entre las distintas fuerzas que dominarán su vida. Será el sujeto, a partir de ese momento, el encargado de manejarlas racional y conscientemente sin caer en el burdo error de querer modificar ese equilibrio natural.
Las acciones que éste lleve a cabo otorgarán o restarán poder a dichas fuerzas, creando en multitud de ocasiones situaciones nefastas. Cualquier mínimo error de cálculo provocará en su interior una leve variación que será la chispa que encienda la cerilla, la misma que prenderá la hoguera y hará arder el bosque reduciendo todo a cenizas.
Lo que subyace tras el comportamiento externo de un sujeto es la relación que existe entre las distintas fuerzas de su interior, esa lucha paciente y silenciosa de las que sólo él es dueño.
Debe saber que no se trata de alejarse del pernicioso agujero negro sino de mantener una distancia firme y adecuada, sin caer en la tentación de mirar lo que en él se esconde. De ocurrir eso, contribuirá a la extensión del mismo. A mayor extensión mayor energía. A mayor energía, mayor poder. A mayor poder, más grande será su fuerza de atracción. Todos los valores colindantes sufrirán ese poderoso influjo que los conducirá a su triste e irremediable sepelio. Tomará el mando ese pozo negro volviendo inhumano al humano, irracional lo racional, desequilibrado el equilibrio…
Obstinado como es, el sujeto tratará de profundizar en cada una de sus cualidades, cayendo en la equivocación de no darse cuenta que hay determinadas conductas de las que debe mantenerse alejado.
Agravará la situación el marco en el que se encuentra el portador de esas intensas fuerzas, intrínsecas al ser pensante, pues éste está en continua relación con otros poderes externos. Las acciones desempeñadas a través del cuerpo, físico, serás la intermediarias entre ambos poderes. La búsqueda de la armonía entre ellos, un equilibrio entre equilibrios, es una destreza adquirida a través de la observación y la experiencia, sin imponer una modificación a algo dado de manera natural.
Dado que ese oscuro pozo, inefable, es poderoso y al mismo tiempo atrayente, los espíritus débiles, perdidos, descarrilados, se verán atraídos por él de tal manera que la salvación será prácticamente nula. Las posibilidades de salir de él no se contemplan. Atrapa hasta el último resquicio de fuerza benigna cabida en el sujeto. La ceguera espiritual sumirá al ese pobre ser en una existencia vejatoria, insulsa, díscola, denigrante, virulenta, vergonzosa…
En su capricho de otorgar un nombre a todo aquello que domina o trata de dominar, el ser pensante bautizó al nombrado agujero negro con el substantivo: “odio”.
Hibris.
6 comentarios:
Muchas gracias :D
Si, tienes razón en que existen más agujeros negros que el odio. Me ha gustao lo de "agujero negro en potencia", muy acertado.
En referencia al amor...sería entrar en un tema muy extenso, pero...no considero que el amor se pueda catalogar como algo nocivo. Cuando un ser lleva a cabo una acción negativa, no creo que su punto de origen sea el amor. Otro sentimiento lo domina, aunque éste en muchos casos vaya disfrazado de amor.
Freud opinaba del amor: "esa alienación transitoria". Yo pienso que deja de ser una alienación en el momento en que sus portadores se libran de convencionalismos absurdos, es decir, en el momento en que esa palabra tan usada adquiere todo su significado. Amor implica unión, no alienación. Decía Erich Fromm "es una arte que requiere ser practicada".
Un beso.
Hibris
Me encantan tus reflexiones...
Un beso preciosa.
Azhaag
hola..
mira k buen blog me vengo a encontrar..... paso rapidito, cual estrella fugaz, tengo clases en un rato
adeuuuu
aunque no nos conocemos de nada he de decir que muchas veces he compartido esos pensamientos...
mmm pensaba que era yo la unica que se entretenía en cosas tan enrevesadas
estupendo blog!!!!
Graciaaas!! :D
Hibris.
Desgraciadamente no todos tiene fuerzas suficientes para mantener el equilibrio por muchos motivos ;estamos espuestos a multitud de causas externs ke nos pueden sumir en el caos mas absoluto ; impotencia y odio muchsa cosas nos pueden producir;NO HAY KE OLVIDAR KE TODO TIENE UNA CAUSA;nadie es culpable del todo y noadie es inocente el todo:;alberto
Publicar un comentario