Todo estaba preparado. No se trataba de una guerra abierta, sino de una atrevida y audaz emboscada.
El aciago 16 de noviembre de 1532 Francisco Pizarro y sus hombres llegaron a Cajamarca (el Nuevo Mundo), lugar donde se produciría el encuentro con Atahualpa, emperador inca.
Este último acudió con sus hombres, desarmados, pero en gran número (unos ochenta mil).
El representante español, en cambio, disponía de tan solo 62 soldados a caballo y 106 de a pie. Poseía una gran ventaja: el engaño. Muchos de sus hombres se
ocultaron esperando una señal para atacar.
En ese ambiente tenso, se acercó el dominico Valverde (mandado por Pizarro) a Atahualpa enseñándole la biblia como verdadera y salvadora. El inca la tiró.
A una señal de Pizarro el silencio cargado de amenazas que envolvía la plaza se trasformó en la más tremenda de las algaradas.
-"Dimos muerte en una tarde a más de 7000 incas" -se jacta un soldado-
Tal fue el desconcierto de los indígenas que ninguno reaccionó, a ello unido las bestias bicéfilas desconocidas recubiertas de hierro: los caballos.
-"En el lado minoritario apenas caían hombres, mientras que en el de mayor número caían nuestros mejores sacerdotes, nobles, adivinos y el gobernador" -solloza un autóctono-
El desmoronamiento moral de los incas fue brutal, lo que supone una ventaja para el enemigo (el fuerte se come al débil).
Atahualpa fue capturado. La recompensa pedida por el mismo era tal cantidad de oro que se podía llenar una habitación. Después de ocho meses capturado (tiempo aprovechado por los invasores para estudiar el terreno y sus habitantes) fue pagado el rescate. Pizarro renegó de su promesa y ejecutó a Atahualpa.
Más engaño.
Esto supuso el fin de la autonomía del Estado indígena.
Poder y fortuna. Metas perseguidas por los hombres a lo largo de la historia. Muros, odios, genocidio, guerras...
¿Es la ambición humana la que conduce a estos desastres?
El aciago 16 de noviembre de 1532 Francisco Pizarro y sus hombres llegaron a Cajamarca (el Nuevo Mundo), lugar donde se produciría el encuentro con Atahualpa, emperador inca.
Este último acudió con sus hombres, desarmados, pero en gran número (unos ochenta mil).
El representante español, en cambio, disponía de tan solo 62 soldados a caballo y 106 de a pie. Poseía una gran ventaja: el engaño. Muchos de sus hombres se
ocultaron esperando una señal para atacar.
En ese ambiente tenso, se acercó el dominico Valverde (mandado por Pizarro) a Atahualpa enseñándole la biblia como verdadera y salvadora. El inca la tiró.
A una señal de Pizarro el silencio cargado de amenazas que envolvía la plaza se trasformó en la más tremenda de las algaradas.
-"Dimos muerte en una tarde a más de 7000 incas" -se jacta un soldado-
Tal fue el desconcierto de los indígenas que ninguno reaccionó, a ello unido las bestias bicéfilas desconocidas recubiertas de hierro: los caballos.
-"En el lado minoritario apenas caían hombres, mientras que en el de mayor número caían nuestros mejores sacerdotes, nobles, adivinos y el gobernador" -solloza un autóctono-
El desmoronamiento moral de los incas fue brutal, lo que supone una ventaja para el enemigo (el fuerte se come al débil).
Atahualpa fue capturado. La recompensa pedida por el mismo era tal cantidad de oro que se podía llenar una habitación. Después de ocho meses capturado (tiempo aprovechado por los invasores para estudiar el terreno y sus habitantes) fue pagado el rescate. Pizarro renegó de su promesa y ejecutó a Atahualpa.
Más engaño.
Esto supuso el fin de la autonomía del Estado indígena.
Poder y fortuna. Metas perseguidas por los hombres a lo largo de la historia. Muros, odios, genocidio, guerras...
¿Es la ambición humana la que conduce a estos desastres?
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Hibris.
3 comentarios:
Sin lugar a dudas... se busca la apropiacion (de un basto territorio y sus riquezas, en este caso) y por consiguiente la total y sistematica erradicalizacion de los nativos de la zona.
Y esta claro que el fin justifica todos los medios, no importa el como si se logra el objetivo... ya sea mostrando ese panfleto farragoso llamado biblia como icono de verdad y a la par excusa para acabar con cientos de vidas o empleando el engaño para lograr cuanto sea necesario.
¿Te has parado a pensar cuantas vidas a extinguido la religion, ya sea como mero pretexto o creyendo fielmente cada una de las palabras que viene impresa en sus paginas, creyendose portadores de la verdad?
Un saludo.
Azhaag
Si, a menudo la religión es un pretexto para justificar las atrocidades de la guerra, la violencia y el terrorismo. Además de ello, puede servir para agravar el conflicto cuando las partes enfrentadas se fanatizan.
Las causas de los enfrentamientos son ambiciones políticas y económicas, pero el trasfondo religioso permite justificar la agresión y hacer más violenta y despiadada la guerra.
Un saludo.
Hibris
Lo justo sería que la humanidad tuviera menos imperfecciones, y nuestra raza fuera menos defectuosa.
Yo estoy conforme con que los humanos obtengan reciprocidad en sus actos, y que tanto el sufrimiento, o la felicidad, sean mutuos y al instante. Por eso pienso que estos hombres debieron haber sido violados y asesinados allí mismo.
¿Quién..? – Ellos mismos, si fueran conscientes de sus actos, llevarían la tarea acabo :D
Aunque lo mejor sería que la propia actividad natural, hiciera algo en el lugar, o en el viaje de vuelta.
A veces pienso que la naturaleza debería haber acabado con la humanidad antes de nacer yo… quizás ya lo ha hecho unas cuantas veces, pero yo, estoy vivo.
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