Y ahora soy un desempleado más. ¿A qué nos dedicamos, con todo el día por delante? Nos sentamos en cualquier escalera, nos detenemos en cualquier rincón de las sucias aceras. Las aceras son alfombras deshilachadas que nos aguardan después de una ruta atroz de comida asquerosa y bebida emética: ayer noche, los dioses del clima ahogaron sus penas, y luego vomitaron desde diez mil metro de altitud. Nos pasamos las horas tumbados, perplejos, en los parques, rodeados de flores de casta interior. Fíu (solemos pensar), qué despacio va la vida. Yo llegué a la primera madurez a los años sesenta, aquella época rebosante, aquella época rebosante de oportunidades en la que todo parecía estar esperándonos. Ahora los chicos van a la escuela para... ¿Para qué? Para hundirse en la nada, para estar jodidos. Los jóvenes (se les nota en la cara), los sin esperanza del felpudo pterodáctilo, los fracasados de cresta de loro, han encontrado la respuesta apropiada para esta situación, a saber: nada. Que quiere decir: nada, todo está jodido. La cola del paro empieza a la salida del patio de la escuela.
El dinero está tan cerca que casi puedes tocarlo, pero se encuentra todo en el otro lado: lo único que puedes tocarlo, pero se encuentra todo en el otro lado: lo único que puedes hacer es pegar la cara al cristal. En mi época podías, si así lo deseabas, abandonar, dejarlo todo. Ahora ya no hay quien abandone. Ya se ha encargado el dinero de evitarlo. No hay adónde ir. No hay quien se esconda del dinero. Por eso, a veces, cuando la noche es calurosa, rompen y roban cuanto pueden.
Sus habitacionesde niños han sido los disturbios callejeros;
Londres ha sido su gimnasio en plena selva.
Otros se han llevado la vida consigo.
Londres ha sido su gimnasio en plena selva.
Otros se han llevado la vida consigo.
El dinero está tan cerca que casi puedes tocarlo, pero se encuentra todo en el otro lado: lo único que puedes tocarlo, pero se encuentra todo en el otro lado: lo único que puedes hacer es pegar la cara al cristal. En mi época podías, si así lo deseabas, abandonar, dejarlo todo. Ahora ya no hay quien abandone. Ya se ha encargado el dinero de evitarlo. No hay adónde ir. No hay quien se esconda del dinero. Por eso, a veces, cuando la noche es calurosa, rompen y roban cuanto pueden.
(Dinero. Martín Amis.)
2 comentarios:
"La cola del paro empieza a la salida del patio de la escuela.
Joder, jajaja...
Un beso.
Azhaag
Desgraciadamente cash es quién manda con su séquito detrás claro,ánimo puede haber días peores,un beso monetario!!
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